Corría 1692, cuando los pobladores de la localidad de Salem, en Massachusetts, comenzaron a denunciar que estaban sucediendo casos extraños relacionados con el demonio, satanismo y brujería.
Dentro de los casos horribles que denunciaban los puritanos de la época, estaban las constantes blasfemias, maldiciones y escandalosas visiones de niñas desnudas encendiendo velas en un claro del bosque mientras invocaban a supuestos demonios y frotaban lascivamente sus cuerpos unas con otras practicando orgias, ritos y bailes que embrujaban a todo aquel que las veía.
Fue así como comenzó el fatal juicio de un grupo de adolescentes las cuales empezaron a sufrir convulsiones y espasmos incontrolables durante este proceso que terminó con un dictamen abrumador: todas fueron condenadas a la orca y a la hoguera.
No obstante, no sólo fueron mujeres las ejecutadas, también había hombres acusados por brujería: Elizabeth Howe, Susannah Martin, Sarah Wildes, Martha Carrier, John Willard, George Jacobs, Sr., Alice Parker, Ann Pudeator, Wilmot Redd, Margaret Scott, Samuel Wardwell y Mary Easty.
Tiempo después, se comenzó a hablar una histeria colectiva, de intoxicación y hasta de epilepsia. Como sea, esta historia, no es más que la muestra del poder oscuro e ignorante de quienes se creen los enviados del mismo Dios a la tierra.