En el año de 1896 Anna Eklund, con tan sólo 14 años, comenzó a comportarse de manera inusual.
Hablaba de manera extraña, se le insinuaba a su propio padre y producía ruidos guturales y espantosos.
Su padre la acusó de estar poseída por el mismo diablo. A partir de ese momento, Estados Unidos y la propia Anna, fueron testigos de varios exorcismos a lo largo de su vida.
El último exorcismo que le practicaron fue a los 46 años a manos del padre Theophilus Riesinger, un sacerdote católico.
Este caso fue documentado y llegó a aparecer en 1936 de la revista Time.